¿Cómo estás en tu trabajo? ¿Lo dices o lo ocultas?

Autora: Fátima Iniestra

Por lo general, pasamos la mayoría de nuestro tiempo en nuestra empresa, o la mayoría de éste es dedicado a nuestras actividades laborales y no es fácil vivir bajo presión, a contrarreloj, con cansancio o estrés excesivo, pero estamos tan acostumbrados a este ritmo laboral que lo vemos como “normal”, pero ¿cuáles son las consecuencias mentales?

Con la Norma Oficial Mexicana 035 (NOM-035-STPS-2018), la Secretaría del Trabajo y Previsión Social buscó generar una directriz para que las empresas puedan identificar, analizar y prevenir los factores de riesgo psicosocial y generar un entorno organizacional favorable. A partir de que entró en vigor, se fijaron los requisitos con los que los centros de trabajo deben de cumplir, divididos en dos etapas:

La 1ª. etapa, a partir del 23 de octubre de 2019:

  • Realizar la Política, las medidas de prevención, la identificación de los trabajadores expuestos a acontecimientos traumáticos severos consecuencia de su trabajo, y la difusión de la información.

La 2ª. etapa, a 23 de octubre de 2020: 

  • La identificación y análisis de los factores de riesgo psicosocial, la evaluación del entorno organizacional, las medidas y acciones de control, la práctica de exámenes médicos, y los registros.

La NOM-035 es un buen intento para proteger la salud mental del trabajador, supongo. Definitivamente es un buen empujón para el patrón, para recursos humanos e incluso para que el trabajador se abra, pero se deben generar canales de comunicación correctos y confiables en las empresas para que los trabajadores podamos externar nuestras situaciones; se debe de capacitar al personal constantemente para hacerle saber que está bien sentirse mal y que es normal tener algún padecimiento, que lo correcto es pedir ayuda y eliminar estigmas; se debe promover la calidad humana en el centro de trabajo cuidando al personal, darle seguimiento a los casos y eliminar miedos comunes.

Una persona escuchó las palabras “Despacho de laboralistas” y se me acercó para preguntarme qué podía hacer con un trabajador que podría convertirse en “problemático” porque tiene esquizofrenia y depresión grave. Adicional a ese gran tema, no se le estaban proporcionando sus medicamentos y tenía la preocupación de que pudiera resultar en un riesgo para la operación. Mencionaba que, por su enfermedad, no asistía al trabajo de vez en cuando porque se sentía mal, lo que lo convertía en un “trabajador intermitente”.

El consejo de uno de mis conocidos fue que se diera de baja al trabajador ante la autoridad laboral por medio de un convenio de terminación por mutuo consentimiento para que no hubieran problemas de discriminación; tenía tan preparada la solución que parecía una respuesta automática.

El caso anterior lo narro no para hablar mal de ninguna persona, sino para resaltar que estamos acostumbrados como grupo a la solución “eficiente”. Creo que, si yo no me hubiera puesto en el lugar del trabajador o padeciera de mal similar, muy probablemente hubiera propuesto una sugerencia similar (lo cual es irónico). Podría decirse que es nuestro trabajo, que lo que debemos hacer es buscar la mejor solución para el cliente.

Sin embargo, reflexionemos sobre que si tener una enfermedad mental por sí sola es una batalla interna diaria, que es dolorosa, confusa, ineludible y difícil de tratar; en conjunto con el estrés laboral diario y otros problemas laborales derivados de la enfermedad como faltas o bajo rendimiento y más estrés; se convierte en un situación insostenible para el trabajador.  Por casos como éste la gente decide ocultar sus padecimientos, tiene miedo de externarlos en su centro de trabajo porque no sabe cómo se va a manejar “el tema” y oculta la enfermedad para evitar ser vistos como un “riesgo en potencia”. La gente que sufre ansiedad grave o de depresión, sobre todo derivadas por cuestiones laborales, es la mayoría.

Mariana Cervantes Carsolio cuenta con una Maestría en Neuropsicología Clínica, un Posgrado de Especialista en Trastornos Autistas y es Licenciada en Psicología. Platiqué con ella y le hice unas preguntas sobre su perspectiva de las políticas de la NOM-035 en las empresas y de la salud mental de los trabajadores. Cuando empezamos a tratar el tema de la Norma y de los riesgos psicosociales en general, evidentemente lo conocía a la perfección, comentó y fue interesante ver la perspectiva de otra profesión: “el objetivo de la Norma es la identificación y la prevención de los factores y de los riesgos psicosociales que pueden generarse a partir de una gestión deficiente con y para el entorno.”

Al hablar de una gestión deficiente, hace referencia a la manera en la que la empresa, no solo maneja el centro de trabajo en sentido amplio, sino en términos de manejo de situaciones psicológicas, jerárquicas, interpersonales e incluso familiares. Cuando Mariana hizo énfasis en los riesgos psicológicos en específico, cuestión que no es común que se mencione, le pregunté si cree necesario que haya apoyo psicológico para los trabajadores en todos los centros de trabajo o si cree que los trabajadores deben buscarlo por su cuenta, a lo que claramente respondió: “Muchas personas tardan en decidir buscar apoyo por su cuenta y la empresa no puede obligarlas a hacerlo por lo que sí debería de haber apoyo dentro de las empresas. La salud mental debería de ser prioritaria en el medio laboral, en primer lugar porque el trabajador es el centro de la empresa y sin su salud no hay empresa, y en segundo lugar porque su salud mental tiene impacto directo en su desempeño.”

En nuestra conversación, algo que resaltó mucho fue el tema de los canales de comunicación dentro de la empresa. No es fácil para una persona acercarse y manifestar los problemas que tiene para buscar soluciones en el centro de trabajo por miedo a la reacción que pueda generarse y/o por desconocimiento de los canales de comunicación y, Mariana me dio la razón con una cara que podría describir como de preocupación o seriedad. “Aquí es donde siempre he dicho que deberían de procurar adicionales a las Políticas de la NOM-035, de la promoción del derecho a la desconexión, y del cuidado de los riesgos psicosociales, canales de comunicación para la salud mental. Es preocupante la manera en la que en todo tipo de empresas, pero más en las que tienen alto nivel de exigencia, existen tabúes fuertes respecto a las enfermedades mentales, existen estereotipos, ideas erróneas, que pueden generar consecuencias laborales graves, incluso afectar al trabajador mental y emocionalmente. Los trabajadores nunca deberían de reservarse y mucho menos por miedo a ser juzgados, que muchas veces es el ambiente del mismo centro de trabajo el que llega a generar esa desconfianza. Algunos trabajadores tienen el temor a parecer “débiles” o “vulnerables”, pero muchas veces va de la mano con la profesión.” Cuando me mencionó el último enunciado, no pude evitar pensar en lo que es ser abogado.

No estoy pidiendo condescendencia hacia el trabajador, ni que la empresa sea paternalista, es respetar la humanidad de tus empleados que componen a un centro de trabajo. Tú no eres tu profesión, eres “tú” y tienes que estar bien donde sea que trabajes. Normalizar el tratamiento y apoyo a las enfermedades mentales es urgente. Son enfermedades. Cuando alguien tiene diabetes, la gente no está preocupada por la reacción que pueda llegar a tener la persona por algún estímulo externo; cuando alguien tiene artritis, no juzgan la cantidad de medicamentos que consume la persona para estar mejor; cuando internan a alguien por necesitar ayuda hospitalaria urgente, no lo acusan de “loco” por estar encerrado. No es distinto. También tienes gente con enfermedades mentales en tu plantilla laboral que necesita tu apoyo y estímulo. También tú, patrón, necesitas cuidar tu salud mental.